Es la muestra de cómo un asilo político se convirtió en una exitosa migración, que no sólo salvó vida y memoria de buena parte del republicano pueblo español, sino que enriqueció a México, coadyuvó en la reconstrucción de sus instituciones y de su vida social y cultural después de la violencia revolucionaria y, sobre todo, lo acercó a una de sus raíces fundamentales, por la vía más amplia, humana y placentera, la del encuentro, el diálogo y la convivencia.