¡AMERICANOS! No me arrepiento de haberos libertado pero si siento ira al observer que durante la profanación de mi tumba y en presencia de mi osamenta, de mi cuerpo descarnado, se declarara la guerra a mi amada Colombia (segunda cosiata), igualmente el cambio grotesco e irreverente de mi rostro y la fractura de mi femur me oblige a pensar en el silencio que os hace cómplices. ¡No lo Perdono! Cúmplase la voluntad . . . al ultraje.