El cine está presente en la sociabilidad chilena desde los últimos años del siglo XIX y se integró a ella de manera relativamente rápida, tanto en su dimensión de espectáculo masivo y popular, y en cuanto expresión de una industria y mercado cultural emergente y en desarrollo. El propósito de este texto es indagar acerca de algunas de las características que asumieron dichos procesos durante la primera mitad del siglo XX en nuestro país. Los materiales que siguen indagan acerca del significado que tuvo para un ambiente social sacudido por crisis económicas y sociales y, al mismo tiempo, por el impacto de la llegada de sucesivos inventos (como la electricidad, el teléfono, la aviación y los automóviles, entre otros), la posibilidad de “ver el mundo”, de abrirse a la experiencia de las imágenes en movimiento. No es de extraña la rápida masificación que tuvo dicha experiencia, ni que la asistencia al “biógrafo” se convirtiera en un componente central de la vida cotidiana a nivel transversal, mirado desde un punto de vista social, de edad o de género.