La poesía de Jorge S. Arroyo está dotada de una melancolía positiva, con la luz y la sombra como elementos inseparables, dotando con un silencio musical la expresión de lo inconsciente, con una voz inequívoca y propia. Es una tela de araña que atrapa al lector dentro del poemario; el autor utiliza el lenguaje de una peregrinación infatigable hasta llegar a ver lo inalterable de las cosas. Los poemas parecen tener un carácter sagrado, pedazos de alma que se izan para darnos esa sensibilidad donde podemos advertir la materia de lo esencial, extrayendo semillas de las ocultas transparencias. Contienen lo esencial, en la búsqueda de la expresión irreductible, poemas sobrios en contenido por donde desfila toda una existencia, lo dicen todo sin gritar, sin indignarse, por eso son versos de reflexión, de impulso y meditación. Sus versos son una muestra radical de independencia, en ellos hay un fluir del desvelamiento interior, de magia y de rebeldía, jugueteando con sensaciones internas y externas - el principio básico de la auténtica poesía -.
"Una gran obra poética, muy recomendable, "