La poesía de Juan Pablo Arias fija su eje de sentido en temas que nos recuerdan invariablemente la precaria condición de vivir: la fragilidad escurridiza del tiempo, el esquivo instante de amor fugaz, la vaciedad del ser, la lejana presencia de Dios (que está, a pesar de su obstinado silencio), el porvenir compartido en el crematorio transitorio de la muerte. Por ello, cualquiera sea la suerte que corra este libro en el mercado cultural, (¿quién podría vaticinar el olvido injustificado de tantos buenos poetas?) lo cierto es que la joven poesía tiene, ahora, en este libro, justificada razón para creer que el poema sigue siendo eso que Octavio Paz dijo en su momento: “Un testimonio de la desesperación y la blasfemia, pero también un arrebato de la comunión entre el éxtasis, el amor profundo y la belleza verdadera”.