La Piel

Juan Terranova · Galerna

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Reseña del libro

La novela narra la historia de un periodista a partir del despido de su trabajo. Con una trama sexual, fluida y provocadora, el autor va calentando puntillosamente zonas socialmente incómodas hasta hacerlas estallar La Piel arranca con el periodista, protagonista y narrador de la novela, dejando una redacción por haber sido despedido. Desde sus primeros movimientos se puede ver claro que la relación dinero y sexo es su leitmotiv. Su instinto devorador lo hace estar siempre en el lugar indicado. No nos tiene que extrañar esto si entendemos cómo funciona la libido. Luego de pasar unas semanas desocupado, consigue entrar como prensa a la Sociedad de Cirugía Estética de Buenos Aires. A partir de acá reparte los días entre sus amantes y su nuevo empleo, una escenografía perfecta para su psique. Las fantasías que tiene con todas sus mujeres son extremas: pegarles, morderlas, sangrar, meterles cosas, etc. Ellas se dejan, proponen, piden y también se plantan con negativas que él aparentemente respeta y con sutilidad alguna vez logra revertir. Hay una justa reivindicación a la cosificación, la cosificación como antesala del encuentro, como acción propia del deseo en común. Entre las mujeres que frecuenta está Majo, la única que pareciera llegar a interesarle. El resto es parte de su búsqueda, de su hambre, de su plan mayor en el que robarles, volver a buscarlas, dejar de responderles y estafarlas groseramente son estaciones habituales. “El trabajo es tonificante” dice en algún momento y ese pensamiento, que nos deja ver bastante quién es, lo hace excitante. Días antes ya había escrito “El aburrimiento es el Gran Enemigo”. O varias semanas después reflexiona “veneramos la explosión” y pasado un tiempo cuenta que “Soñé que en vez de verga tenía un tentáculo”. Otra “Cuando la penetro sin preservativo a veces siento que puedo modificarla”. Llueven exquisiteces de este estilo a lo largo del libro. La historia está escrita como una agenda o diario pero respondiendo a nuestro swing actual. Si los medios para comunicarnos cambian y el lenguaje consecuentemente se modifica, la novela no puede escapar a eso. Internet marca el flow y los géneros van hacia ahí, los que resistan podrán existir pero rotos. Juan Terranova es uno de los escritores que sabe, que marca presencia y multiplica el disfrute de esos usos y libro tras libro bucea en comulgar vida analógica con digital equilibrando hacia adelante. Dicho esto no sorprende la influencia de Facebook en la narrativa. La agilidad y confortabilidad de la lectura que La Piel propone es una versión mejorada, mucho más interesante, que la de la red social porque Terranova pareciera poner a su personaje a merced de la pregunta “¿Qué estás pensando?” y lo obliga a no evadirla ni banalizarla. El protagonista no se guarda nada y genera así un vínculo con el lector que se vuelve cómplice y sensual, no chato y “correcto” como ocurre en la realidad. La elasticidad que tiene el autor para parir personajes e historias que le sigan y alimenten su ritmo, no es novedad. Tampoco cómo va generando los espacios que mejor le sienten para la exploración y el desarrollo de ellos, corrompiendo siempre la cotidianeidad y dejando aflorar temas en común a todos pero no sociabilizados. Esto se potencia en varios pasajes del libro en los que se permite, en las diferentes voces, desplegar su capacidad de ensayista aportando datos valiosos a la trama y a la coyuntura social. Así es como la piel en esta novela se presenta como plataforma habitable, como objetivo político (“Necesitamos la represión para generar el deseo”) y cultural (“La sociedad es una máquina de prohibir y mirar”). A partir de ella y atravesándola – metafórica y literalmente – se arma una geografía de temas abanderados en el capitalismo y estimulados en la pornografía cotidiana. Es injusto limitar la novela a estos dos temas pero tampoco se puede negar que todo lo demás se desprende de ahí. Juan Terranova en el año 2005 se “preguntaba” en su novela El Pornógrafo “¿Quién más indicado que ellos para hablar sobre pornografía?”. A “ellos”, un fotógrafo y un ginecólogo, los describía como “jóvenes, sensibles, un poco ingenuos”. Diez años después, y lejísimo de esas cualidades, la respuesta se renueva dejándolo a él como centro de atracción con sus historias que son, a la hora de hacer saltar la térmica de la matrix, un buen indicio. “Lidiar con el aburrimiento, con el deseo agotado, con la desidia, con la obligación ansiosa de gozar implica lidiar con la posibilidad de erotización de la muerte”. La Piel, de Juan Terranova. Colección Narrativa Contemporánea. Galerna. Buenos Aires, 2015. 184p.

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