"Cuando Sofía abandonó Chillán, todavía guardaba en su piel el perfume de jazmín de su ajuar de novia y en su mente, las costumbres aprendidas en el seno de su familia, gente adinerada, conservadora y elitista. Intuyó que era un viaje sin retorno. La hermosura de los parajes del verde sur chileno contrastaba con el gris patético del hambre, la miseria, las enfermedades y la muerte en los alrededores del lago Calafquén. Para sobrevivir había que luchar, y Sofía, dispuesta a superar los miedos que le provocaba lo desconocido y confiando en la seguridad que le ofrecía Arturo, su gallardo esposo, se enfrentó a su destino. Ya embarazada de la que creía su primogénita, Sofía decide adoptar una niña mapuche herida gravemente. De esta manera, la joven pareja asume la responsabilidad de educar y proteger a Laura, quien se convierte en la hija mayor del matrimonio. Años más tarde, Laura regresa a la tierra que la vio nacer y contemplando en sus manos los restos de la Porcelana de Sofía, comprendió nítidamente que ni los cataclismos ni las erupciones del Villarrica ni la Dictadura Militar chilena pudieron destruir el regalo nupcial de su madre, ni quebrar en ella ni en su familia, el amor por la libertad, la justicia y la democracia."