Durante miles de años el hombre ha vivido en equilibrio con el medio. Muchos saberes tradicionales muestran una consciencia de que naturaleza y ser humano son parte de lo mismo: lo que se le hace a la naturaleza se le hace a la propia Humanidad. Tras la revolución industrial comenzó el olvido. El sistema global se impuso al local y arrasó la cultura ancestral. La última generación heredera de los secretos del manejo de la tierra son el puente entre el pasado y el presente sin memoria que vivimos. En un mundo que cambia de época, donde la crisis es global pero, ante todo, de valores, cada vez hay más gente que busca. Los hombres y mujeres sabios nacidos antes del auge tecnológico tienen la memoria ancestral del respeto a la tierra y la sabiduría que da la vida. Ellos tienen las claves de nuestro equilibrio hoy, y de nuestra supervivencia en el futuro. «Durante algunos años mi trabajo se desarrolló cerca de zonas de confl icto, y después necesité buscar personas que respondieron a la agresión y a la guerra a través de la paz y la sabiduría. Allá donde fui, busqué el amparo de abuelos y abuelas sabios que me hablaron de la relación con la tierra y del respeto a uno mismo. Los sabios me dieron claves para interpretar mi propio mundo, y afrontarlo. En algunos casos me dieron mucho más: sus anhelos. Conscientes de ser los últimos en conocer ciertos usos de manejo de la tierra, claves para la supervivencia, y de que en cualquier momento podrían morir, algunos de ellos escribieron un manuscrito sobre herramientas, costumbres, plantas medicinales, piezas de molinos o fuentes; todo aquello que consideraban un saber que habían aprendido de sus mayores y nadie más que ellos recordaba. Quisieron dejar su saber escrito para que los jóvenes pudieran usarlo en caso de necesidad. Pero cuando regresé a ellos, habían muerto o enfermado y los libros no se habían publicado».