Laura es una niña muy especial porque sus ojos ven cosas que los ojos de los demás no pueden ver. Por eso ha aprendido que todas las cosas tienen su corazón; que las cosas sufren si se les hace daño y se alegran cuando se las quiere. El lenguaje sencillo y cuidado de este texto se funde con una ilustración cálida y llena de sensibilidad que lo han hecho merecedor del premio Apelles Mestres.