La salud de una democracia necesita de una buena prensa. Es un contrapeso social imprescindible a los abusos de poder y condición indispensable para atacar la corrupción a través del trabajo diario de informar e investigar. Sin embargo, este bien público está comúnmente expuesto a limitaciones de poderes formales e informales que prosperan en el silencio, la opacidad, la falta de rendición de cuentas y la simulación de los gobiernos.