En una sociedad individualizada y personalista como la nuestra, el interrogante acerca de si es posible vivir juntos y con las propias diferencias, dejó de ser una duda y se convirtió en un gran temor: temor al compromiso, a depender del otro, al fracaso amoroso, al ser herido o desilusionado.De manera paradójica eí miedo al compromiso se confronta con el temor a la soledad: mientras se teme un vínculo que sea limitante, también se huye del miedo a permanecer solo. Esta experiencia dual afecta a los vínculos de pareja, a la relación de los padres con los hijos, de los hijos con sus padres, del creyente con la comunidad y del sujeto con la sociedad.En las páginas que siguen compartiremos experiencias y reflexiones que puedan ayudarnos a creer en el amar. Así volveremos a confiar en las posibilidades que aún posee el amor, y Dios nos ayudará a vivir nuestros vínculos de manera saludable. También a nosotros, a veces afligidos por tantas crisis y rupturas amorosas, Jesús nos dice: 'NO TEMAS; BASTA QUE CREAS'.Y nos invita una vez más a aprender a amar de un modo nuevo, como él nos amó. Porque un amor nuevo es posible.'