Cuando las tropas estadounidenses tomaron la playa de Normandía, el 6 de junio de 1944, descubrieron para su sorpresa que, en uno de los sectores donde acababan de luchar y morir, todos los prisioneros hechos al enemigo no eran «arios» alemanes, sino asiáticos. Inicialmente pensaron que se trataba de un destacamento que el Ejército Japonés había enviado en ayuda del Reich. Sin embargo, la realidad fue más increíble, pues aquellos orientales eran una serie de combatientes procedentes de diversos países de Asia que habían tomado las armas al servicio de Hitler. Durante la Segunda Guerra Mundial, el fenómeno de los voluntarios extranjeros en la Wehrmacht y las Waffen-SS fue tan amplio que, además de los miles de europeos y árabes que pasaron por sus filas, también lo hicieron multitud de asiáticos. El caso más conocido fue el de la Legión SS India compuesta por soldados hindús que ansiaban la independencia del Imperio Británico, así como los anticomunistas turkestanos (kazakos, uzbekos, tayikos, kirguizes, tuvanos…) de la Legión Turkestán, los jinetes budistas del Cuerpo de Caballería Calmuco, los tártaros de la Legión «Idel-Ural» e incluso un número menor de mongoles, chinos, coreanos, japoneses, vietnamitas, tailandeses, indonesios y tibetanos, entre otros.