Los Devoradores de Planetas

Sr. Guillermo Presti; Guillermo Presti · Personal

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Reseña del libro

Prólogo Fue Marte el planeta elegido por Dios para crear al hombre. La Tierra era un desierto y en el Jardín del Edén de Marte, había suficiente barro para crear cualquier cosa. Si a Dios, algo le irritaba, enviaba a los Devoradores de Planetas para que todo vuelva a comenzar en otra parte. El hombre y la mujer, expulsados de Marte, vinieron a la Tierra. La historia de la serpiente y la manzana, que contaría la Biblia más adelante, era un ardid para que la culpa cayera sobre las peligrosas criaturas salidas de una sola costilla. Estas eran capaces de enarbolar el miembro del hombre. Dios, por más que lo intentara, nunca lo conseguía y se enfadaba por eso. Este es el libro del fin del mundo. No es un libro de aventuras. De serlo, sería de la única posible: la aventura de la Tierra, de la fragilidad de la vida y de la civilización humana. Los hombres —eso lo saben todos— son como las espigas de trigo, que se doblan por una leve brisa ¡Cuánto más se doblarían ante el terrible ciclón que les caería encima! Todos son héroes en este libro. No hay doncellas, drogas ni villanos y el sexo es bastante complicado. Solo las especies humanas: la de la Tierra y la del espacio, son las protagonistas. Los hechos aquí relatadas sucedieron en la Tierra a principios del siglo XXII. Los Devoradores de Planetas trajeron una orden de Dios. Venían de universos sin tiempo y llegaban a destino antes de saber a donde iban. Es probable que ellos mismos hayan escrito todo esto. Este libro rescata el amor, en medio de la devastación que había entonces en la Tierra. Claro, de amor no correspondido. Yo estaba enamorado. Pero ella, porque de una mujer se trataba —conviene dejar eso en claro—, me admiraba a mí, pero amaba a otro. Yo era el comandante en jefe de los ejércitos de la Tierra y todo el mundo obedecía mis órdenes. Solo unos ojos negros miraban a otro lado. En fin, como bien dijera uno de los alienígenas —que había viajado mucho—, estas cosas sucedían solamente en la Tierra y en ningún otro lugar del cosmos infinito. Vladimir Sergéevich Popov General de División Comandante en Jefe del Estado Mayor Conjunto de la Tierra.

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