´El calor, la música, el humo, el sabor ácido en la boca, reitera en estas páginas la narradora, siempre lejana, aun en medio de la fiesta que ocurre en una noche que se eterniza y que parece repetir otras similares. ( ) La escritura de Verónica Jiménez es comprimida, exacta, seca en el fraseo y desbordante de construcciones líricas que consolidan atmósferas de opresión que contribuyen a dar un matiz de extrañeza y tensión dramática a esta tristísima historia de sobrevivencia. Los emisarios no