Virgilio Rodríguez da la espalda a la cordillera nevada, sentado frente a un vaso de whisky; no fuma cigarrillos, sino que puros, por supuesto; habla de vez en cuando con el canario que reposa, libre del cielo y sus espantos, en una jaula arrinconada cerca de la ventana. La imposibilidad de la poesía de cambiar el mundo es muy cercana a esta última imagen, creo, pero, ¿quién quiere cambiar el mundo? La poesía no, la poesía sólo nos quiere dar reposo ante éste, un mundo devastado desde tiempos in