Werther se instala en Wahlheim, un pueblo que le resulta fascinante, por su paisaje y por sus habitantes. Y allí comienzan sus epístolas dirigidas al amigo que quedó en su antigua ciudad, en las que, entre otras cosas, le habla de Carlota, una lugareña a cargo de varios hermanos, de quien se va enamorando de a poco, a pesar de que ya está comprometida con otro hombre. Lo que vive, lo que siente, lo que sufre Werther por ese amor, todo está testimoniado en sus notas. De hecho, es la transposición apenas velada (a excepción del desenlace) de la aventura personal de Johann W. Goethe (1749-1832) con Carlota Buff, en Wetzlar, en la primavera y el verano de 1772. La inmensa obra de Goethe es digna de un exhaustivo análisis, ya que su impacto en las letras alemanas y universales lo han promovido al rango de una de las mayores plumas de todos los tiempos.