Aunque la guitarra ha tenido multitud de formas a lo largo del tiempo, desde el ud persa, su primo mayor, la mayoría de intérpretes actuales piensan en ella como en un instrumento que experimentó su evolución más importante en el siglo XX.El cambio de siglo estuvo marcado por los conciertos de cámara del maestro Andrés Segovia. La mitología del blues cuenta la leyenda de Robert Johnson (tocaba de forma tan conmovedora que se decía que había vendido su alma al Diablo a cambio de su talento). Charlie Christian paso al alcance de las masas la guitarra eléctrica de jazz inspirada en la línea de la trompa. Siguiendo la corriente de los años sesenta, una década de cambios, el brillante guitarrista de rock Jimi Hendrix definió la concepción moderna sobre las posibilidades técnicas de este instrumento.La guitarra de por sí es un instrumento destacable. Las seis cuerdas le confieren un registro que supera la mitad del registro del mayor y más complejo piano. Las seis cuerdas pueden ser tañidas a la vez, dando la sensación de que la guitarra es como una pequeña orquesta. Es más intimista y en cierta manera más sensible al estado de ánimo del intérprete que cualquier otro instrumento. Tiene, por un lado, la pureza de una soprano: por el otro, unos bajos resonantes: no está nada mal tratándose de un instrumento que mide menos de un metro de largo y que puede pesar menos que el botín acumulado tras un día de compras. Más que cualquier otro instrumento, la guitarra cuenta entre las filas de sus intérpretes a muchos autodidactos. Y esto es así porque aunque es muy difícil tocar bien la guitarra, es fácil llegar simplemente a tocarla. Los guitarristas son víctimas habituales de una larga serie de chistes malos y clichés.Pero finalmente, cuando se trata de tocar una buena canción, es la guitarra la que reúne a más gente en torno a ella.