Deportado a los campos de Buchenwald, Rottleberode y Dora, Stéphane Hessel fue antiguo alumno de la Ecole Normale supérieure de París y un enamorado de la poesía, capaz de recitar entero el barco Ebreio de Rimbaud o el Orfeo de Rilke. Contrariamente a lo que sostenía el filósofo alemán Theodor W. Adorno, Stéphane Hesseo defendió que sí era posible escribir poesía después de Auschwitz. De esta manera, Hessel afirma que la poesía logró escribirse a sí misma. En efecto, para Hessel la poesía hacía las veces de la filosofía. Ese arte de la brevedad constituía, a su juicio, pensamiento encarnado; los fragmentos aprendidos de memoria moldeaban su espíritu, es decir, su cuerpo. Espíritu y cuerpo, dos entidades habitualmente separadas, aparecen fusionadas en el monismo que caracterizó su pensamiento. Luchador infatigable, Hessel se permitió incluso tener esperanza en una humanidad nueva.
"No lo he leìdo, pero soy fan de Morin, segur me gustara, gracias"