Erase una vez una literatura a la que sus lectores le exigian que expusiera las miserias del indio, la soledad del gaucho, la crueldad de los dictadores, el murmullo de la selva y los rios. A fuerza de cumplir con tales reglas del juego literario, el hombre quedo enterrado en papiros regionalistas: fue engullido por el entorno. Un dia dificil de precisar -hacia los años treinta o cuarenta-, Borges, Asturias y Carpentier -al tiempo que indagan sobre llanuras argentinas, dictaduras centroamericanas y magia antillana- comienzan a enseñarle al hombre de Nuestra America una nueva senda literaria. Onetti, Sabato y Cortazar -no por casualidad rioplatenses- demuestran luego la universalidad de su cultura y la crisis de sus ciudades. Rulfo, Fuentes y Garcia Marquez ahondan mas tarde en las raices autoctonas ensambladas con el mito, la historia, la problematica politica mas inmediata. La trocha esta ya definitivamente abierta para que los mas jovenes -Vargas Llosa y Sarduy, entre otros- den el golpe definitivo: el hombre de Nuestra America esta unido a su destine universal, sin olvidar su identidad nacional. Once criticos se proponen en este volumen un acercamiento globalizador, libre de prejuicios a los once narradores.