Las lágrimas son saladas, aunque a veces, si hemos comido miel, caramelos o chocolates, tienen un sabor dulzón. Lo que aquí se cuenta, sin embargo, es la rara historia de El niño que quería llorar estrellas y de su estrellita amiga, desesperada por ayudar a tan caprichoso personaje. ¿Ustedes creen que será posible?