En esta historia sin palabras, el juego del elefantito Orejas y sus amigos es interrumpido por un estentóreo llamado de la mamá, que se lo lleva a casa para bañarlo, acicalarlo y encerrarlo en su cuarto, desde cuya ventana solo puede ver a sus amigos que siguen jugando infatigablemente. Su tristeza es tal que la mamá le permite salir otra vez, y no solo eso, pues también invita a todos a compartir un bocadillo.