El hallazgo afortunado de las cartas de Wanda Morla Lynch, cuidadosamente guardadas por dos generaciones, nos pone ante la figura de una joven culta, sensible y aguda observadora, que con ocasión de un concierto en París reencuentra accidentalmente a Domingo Santa Cruz Wilson, de paso hacia Madrid. Wanda ha llegado con su madre, Luisa Lynch, en un viaje ocasionado por el quebranto de su único romance juvenil. Escéptica, declara a su hermana Ximena que no es el orgullo sino la dignidad lo que la
"Bonito libro, muy necesario para académicos, investigadores e interesados en las primeras décadas del siglo veinte."