Como los volúmenes anteriores y los próximos de la Biblioteca Musical Mínima, éste que el lector tiene en sus manos no pretende ser más que un manual de divulgación, destinado primordialmente a su disfrute y como secuela positiva a la información sobre una materia cultural. El séptimo volumen fue dedicado a la música como protagonista de cuento. Ya se trabaja en publicaciones que tratan de la música y su relación como otros ámbitos estéticos, entre ellos los de la plástica. Mucho se dice que la poesía es música de palabras, y que el arte de los sonidos es la conversión de cada sílaba. Un libro como éste para algunos puede parecer redundancia, pero una mayoría lo juzgará factor de enriquecimiento. En él se encuentra el maridaje de dos artes afines, pero también la elección de uno como tema del otro. La selección poética hecha por Ester Hernández Palacios y Héctor Miguel Sánchez Rodríguez es un logro valioso que hasta hoy no ha estado presente en las bibliotecas. De allí la seguridad de su demanda.