celebrábase en blois la solemne sesión de los estados generales convocada por el rey. la atención de toda francia, tanto de los partidarios realistas como de los leales al duque de guisa, concentrábase en aquella asamblea, de la que también el pueblo esperaba conseguir grandes ventajas. después de la misa celebrada por el anciano cardenal de borbón, enrique iii se dirigió a la sala de sesiones. como para establecer marcado contraste con el duque de guisa, que no se dirigia nunca al castillo sin ir acompañado de buena escolta, el rey dio la ordén de colocar en la sala solamente el número preciso de guardias exigido por la etiqueta. tal prueba de confianza absoluta inquietó a la nobleza y asombró al clero. el tercer estado fue el único que la aprobó con la actitud más diferente que adoptó. en cuanto a guisa, al ver que el rey sólo iba escoltado por algunos guardia, palideció y mandó a su hermano mayena al patio cuadrado, para avisar a los que formaban su séquito de que estuvieran dispuestos a todo.
"Muy bueno"