Una profesora universitaria, contratada a través de boletas de honorarios. Una profesora universitaria, obligada a ceder ante colegas incompetentes. Una profesora universitaria, comprometida de forma total con sus alumnes. Una profesora universitaria, con sed de justicia. Estas notas distintivas delinean trama y desenlace. Trazan el destino trágico de nuestra protagonista. En “Pedagogía de un magnicidio” de Viviana Ávila Alfaro, iremos leyendo la tensión de lo que significa pensar, decidir y preparar un magnicidio. Pues se precisa vengar con sangre, la sangre derramada por una juventud involucrada de manera esencial en el cambio de una sociedad. Esta nouvelle nos presenta también a una militante feminista, comprometida con luchas diarias y de largo alcance; al recorrer sus páginas nos iremos enterando de su diario vivir, de su familia, de sus amigues. El ir y venir en esta sociedad chilena que ha iniciado un cambio sin reversa posible. Se ha mellado nuestra sociedad neoliberal. No hay duda razonable en esto, sin embargo, la profesora preparará esa postrera clase, cerrará debidamente su último curso. Ya ha tomado aquella decisión que cambiará “su vida” de forma contundente: “Ese día, me levanté, me bañé y me fui a hacer clases. Como había sol, me puse una blusa nueva que me había comprado. Era de seda violeta con flores rojas. Una prenda fina de la ropa usada. Una joya que me costó 1500 pesos. Una ganga y la envidia de mis amigas. Me la puse con unos jeans negros gastados y mis zapatos con tachas. Pensé que eso me daría el arrojo que necesitaba. Llegué a la universidad con mi bolso que lo contenía todo, pasé al baño para verme al espejo, retocarme el rouge y el desodorante. Respiré profundo y me despedí de mi rostro juvenil. La libertad se me iba entre los dedos”.