Detrás de la Cortina de hierro y arrinconada en Europa del Este, Bulgaria fue —durante las más de cuatro décadas de régimen socialista— Terra incognita para los ciudadanos de Europa Occidental. A 30 años de distancia del inicio de la vida democrática la transformación del país no ha traído para la sociedad los resultados que habrían de esperarse con el desarrollo del libre mercado y la libertad de expresión. Pese a la incorporación de Bulgaria a la Unión Europea en el 2007, aún persisten cuestiones de orden geopolítico que han impedido un mayor posicionamiento de la nación a nivel internacional. Y ni hablar del prejuicio que supone el alfabeto cirílico como barrera cultural. La antología Terra incognita agrupa las voces de diez poetas pertenecientes a distintas generaciones. Rada Alexándrova (Svilengrad, 1943) encabeza la lista y la cierra Olia Stoyánova (Sofía, 1977). La obra de estas poetas es tan distinta como la personalidad de cada una. No obstante, su principal atributo es que su poesía dialoga con su tiempo y con la realidad sin apartarse de su compromiso estético con la literatura. El vínculo entre ellas, además del oficio, es su formación en un sistema basado en la ideología marxista-leninista. Quien busque en los poemas seleccionados la vivencia sórdida, la lamentación del disidente, la mitificación de las libertades individuales o la anécdota amarga, tópicos todos de las sociedades del extinto sistema socialista, se topará con algo muy distinto: los recuerdos con su magia y desencanto, la desolación de la muerte, la añoranza de la infancia, la búsqueda del amor, pasiones y dolores tan humanos todos. Hallará también el momento epifánico y la contemplación de la naturaleza. En resumen, el mundo al descubierto con posibilidades tan infinitas como son los sueños y la ilusión de la memoria. De la gran utopía del Siglo XX que arrasó y desmontó tantas vidas humanas se esbozará apenas la circunstancia que como tal ya es parte de un pasado que nadie desea evocar. La aspiración legítima de Terra incognita es llevar al lector hispanohablante la voz de estas diez poetas búlgaras que constituyen una muestra notable de una literatura poco conocida fuera de Europa Oriental y que sin dar la espalda a su tradición ha sabido evolucionar y llegar a una perfección formal que es posible apreciar aun con los límites que implica toda traducción.