En Prat, nuestro héroe más querido es un hombre que discrepa y se impacienta con sus superiores, que ríe con el teniente Uribe, que se apena por los achaques de la Esmeralda, que escribe a su mujer y le cuenta cómo va la guerra. Un hombre que cree en el espiritismo y que usa pañuelos de hilo blanco, guantes de Preville y un escapulario. Un hombre tranquilo que, ante la inminencia del desastre, supo confiar en su tripulación y demostró coraje y nobleza en uno de los combates navales más salvajes de la historia americana.