Una ardilla desprevenida encuentra una bellota en el bosque. Para celebrar su golpe de suerte exclama: “Quien lo encuentra, se lo queda”. Entierra el fruto y deja su sombrero como señal para encontrarlo. A partir de este hallazgo, fortuitos accidentes van cambiando el sombrero de dueño y generan un viaje lleno de expectativas y sorpresas.