Aunqueno hay una definición clara y taxativa de felicidad, hay ejemplos comunes queestructuran la polisemia de este concepto. Por un lado, se entiende que lafelicidad puede estar construida por las circunstancias libres —provenientes dela voluntad y autonomía de la persona—. Por otro lado, está la idea que predicala felicidad a partir de acaecimientos, situaciones y bienes externos a lalibertad propia de decisión de los sujetos y se extiende hacia el orbe social.Por esa razón es que la tarea de determinar la naturaleza filosófica-jurídicadel derecho a la felicidad parte de establecer los alcances de la exterioridadde los actos humanos que tiendan a una felicidad común, claramente, sin generarchoques conceptuales y prácticos con la subjetividad de los ciudadanos.Enesa medida, lo que se pretende analizar en esta obra es cómo la felicidad estáirradiando los escenarios políticos, administrativos y jurídicos dentro de unaformación de Estado, y cómo esa felicidad se constituye como un elementoimperceptible pero determinante para el desarrollo de los ciudadanos y de losEstados en múltiples contextos, mediante la expedición y uso de políticaspúblicas, iniciativas legislativas y, por supuesto, en la emisión dejurisprudencia que apela a una felicidad y a un bien común.