Resistir en la era de los medios implica hacer visible el poder mediático que gobierna el mundo actual y configura nuestra manera de ver y comprender las cosas. Algunas de las expresiones más originales de las últimas décadas en literatura, teatro, cine y vídeo se explican por la necesidad de reaccionar frente a unos medios que se presentan como reproducciones naturales, inocentes y objetivas de la realidad. La televisión se ha erigido en paradigma de la representación, y por tanto de conocimiento. Ahora bien, las potencias de lo falso han sido, no solo fieles aliadas de los medios, sino también instrumentos eficaces, como quería Nietzsche, para hacer visible el grado de manipulación al que vive sujeta la realidad; al mismo tiempo que esta desaparece en tanto que algo metafísico, inmediato y performativo tras los cantos de sirena de la cultura del espectáculo y los simulacros, es decir, de esas mismas potencias de !o falso que una sociedad intenta no reconocer sin saber que se alojan en el centro de su mundo.