En cualquier esquina argentina, española, australiana o turca, los vecinos hablan hoy del dominio y las posibilidades de la información genética, traducido en historias sobre Dolly, la oveja clonada, el crecimiento físico de Leonel Messi o el gen de la infidelidad. Nadie se asombra si en el noticiero escucha hablar de &ld quo;bebés a la carta” concebidos para curar hermanos o de la posibilidad de definir co