Stuart Hood no ve en el marqués de Sade un monstruo satánico o un sujeto peligroso, como se lo ha considerado, incluso en nuestros días. Lo ve como un filósofo de la Ilustración que llevó a sus límites extremos el ateísmo libertario. Sade dedicó su vida y sus escritos a una zona vedada del comportamiento humano, a la que se bautizó con su nombre: el sadismo. Sin embargo, este es algo más que su perversión sexual: fue el arma con la que Sade exploró la naturaleza básica moral. Este libro lo ubica