Santos Guerra fue un artista autodidacta. Un observador que empezó a pintar a los 40 años y se convirtió en un artista popular, aunque atípico y enchapado a la antigua. Era de los que pintaba y salía a la calle a vender. Él no pretendía cambiar la historia de la arte, lo que le interesó fue crear a su ritmo, viviendo su libertad. Y así, de paso, gente común y corriente se acercó al mundo del arte. Más de veinte voces se reúnen en este libro, en una suerte de conversación donde se repasan aspecto