Tras recuperar la voz del silbador del viento, la paz parecía haber llegado a las vidas de Kestrel y Bowman. Sin embargo, la profecía sigue pesando sobre ellos. Han pasado ya cinco años, y Aramath se ha vuelto débil. No tardan mucho en caer bajo el yugo del terrible Maestro y convertirse así en esclavos de un imperio extrañ o. Sólo Kestrel se salva, y a partir de entonces no descansará hasta dar con Bowman y