ólo el espejo puede aguantar la superficialidad que aplaudimos, la ignorancia de saber que vamos dejando abiertas las puertas de nuestra casa a un indigno enemigo. A pesar del derecho a la libre elección, cruel metáfora la de una vida sin mando a distancia, poniendo a prueba nuestro escaso control de la diferencia entre la ficción y la realidad, lo banal y lo esencial. No venden la reflexión y la cultura, pe