Combinando felizmente la memoria con su fascinante impulso fabulador, Marks se concentra acá en sus últimos veinticinco años de vida para repasar su labor como crítico literario, profesor y escritor, sus viajes y relaciones, sus lecturas, relecturas y amistades. Tal como en Indemne todos estos años (sus memorias de 2015, reconocidas con el Premio MOL Escrituras de la Memoria) –donde contó su infancia y juventud y los años de su vida en dictadura–, en El sol del Pacífico Marks pone siempre en el centro los detalles, no los grandes episodios, alternando con gran astucia narrativa la digresión con la concentración y la intensidad. Conciertos de rock y rap, óperas y vacaciones playeras, caminatas por la ciudad o talleres literarios, amores y desencuentros; cuente lo que cuente, Marks siempre logra que la vida circule por sus páginas con la misma mezcla de fluidez, encanto, rareza y melancolía que por la realidad. Un punto alto en el género autobiográfico, unas memorias escritas a la luz y el calor del sol del Pacífico que tantos de sus días ha iluminado.