En un agujero en el suelo, vivía Tajundra. No un agujero húmedo, sucio, repugnante, con restos de gusanos y olor a fango, ni tampoco un agujero seco, desnudo y arenoso, sin nada en que sentarse o que comer: era un agujero-tajundrero, y eso significa comodidad. No, no, no, así no puedo empezar. ¿Quién querría vivir en un agujero, bajo tierra? Además, con tantas visitas y esos anillos tan raros comprados en