Uno de los temas que más ha atraído la atención de los historiadores durante los últimos años ha sido el de la decadencia del Imperio español en el siglo XVII. Un tema, aparentemente cerrado durante décadas, que sin embargo tiene matices y hoy en día está abierto a múltiples controversias. La Monarquía Hispánica afrontaba durante la primera mitad de la centuria una serie de conflictos y revueltas internas, no sin un largo precedente de desencuentros entre el poder central y sus territorios. Los dieciocho estudios que se recogen en este libro tienen un mismo hilo conductor: las dificultades por las que atravesó el Imperio español y las capacidades, muy mermadas desde mediados del siglo XVII, para hacerlas frente. Con un evidente enfoque hacia la historia política y de las relaciones internacionales el libro abre sus páginas a cuestiones relativas a la Corte, la hacienda, la fiscalidad y la guerra, todos ellos factores determinantes de las políticas de las Monarquías europeas con las que Madrid trazó acuerdos, fijó tratados y delimitó las nuevas esferas de poder. La Europa que emergía de Westfalia tenía a unos actores bien diferentes. Los mecanismos diplomáticos y los recursos militares de la Monarquía Hispánica, presente en los principales escenarios europeos, resultaron insuficientes para mantener la hegemonía pero evitaron con gran acierto el acelerado derrumbe del Imperio hasta el advenimiento de la nueva dinastía.