En su utopía, y por boca de Sócrates, Platón inquiere la posibilidad de que algo esté, a un mismo tiempo, quieto y moviéndose. Para darse respuesta a sí mismo y a sus interlocutores, recurre al ejemplo de los trompos, que están al mismo tiempo detenidos y en movimiento, cuando permanecen fijados por la púa en el mismo punt o, sobre la cual giran. El autor del presente volumen afirma que, para referirnos al