Antes que comiencen a leer este libro, quisiera agradecer profundamente a los personajes claves de toda esta historia: Loreto, mi esposa, y Francisco, mi hijo. Sin ellos, este libro no sería posible. No es fácil pasar juntos todo lo que hemos pasado. Afortunadamente estamos bien, hacemos un gran equipo. Debo agradecer también a todos los medios de comunicación disponibles, que sirvieron de cultivo informativo para esta obra, y que nos mantuvieron al tanto de cifras, sucesos internacionales y todos los avances de la pandemia. Por supuesto, las redes sociales hicieron lo propio. Las conversaciones a través de plataformas virtuales también ayudaron, donde la familia y las y los amigos siempre estuvieron allí para aportar. Gracias a todas y todos que, de una u otra forma, pudieron contribuir en este diario de una pandemia, de un estallido social y de cómo ser padres en una realidad nunca antes vivida por nuestra generación, pero que, sin ser muy conscientes de ello, demostramos estar preparados para enfrentarla (o al menos eso nos gusta pensar). La vida cambió, Chile cambió, el mundo cambió. Sin embargo, para nuestra familia, el cambio no radicó solo en un estallido, no solo en una pandemia, sino fundamentalmente a la llegada de nuestro hijo Francisco. Gracias por estar, gracias por ser parte de este equipo.