¿Quién me enseñará a orar? Es la pregunta que surge a quien desea entrar en contacto con el misterio de Dios. Después de tantos siglos, los cristianos de nuestro tiempo seguimos queriendo aprender a orar. Es cierto que la oración, también la de Francisco, como toda relación, es una experiencia personal e intransferible. Sin embargo, con los grandes orantes, y eso es Francisco, se aprende a ir a la fuente de donde brota la vida. Francisco, el hermano, el pobre y el menor es, sobre todo, el orante que no cesa nunca de adorar al Señor Dios con limpio corazón y con mente pura. Entrar en la oración con las mismas palabras de Francisco para luego avanzar cada uno por los caminos del desprendimiento. Esos caminos en los que el Espíritu del Señor forma al hombre a imagen de su Hijo que es, a su vez, rostro humano del Padre.