La fantástica isla de Utopía es una república imaginaria, arquetipo de un estado donde transcurre la vida mansamente, entre expansiones espirituales y muchas y honestas delicias materiales; en ella no hay cabida para los oscuros signos morales de la decadente sociedad del siglo XV: el parasitismo de la nobleza, la inutilidad del clero, los vicios de la monarquía. Sus súbditos se atienen a una estructura política comunista regida por las leyes de una razón natural que condena el egoísmo, la miseria, la ignorancia, la holgazanería, el desorden, la usura, las injusticias de la propiedad privada. La obra de Moro, vigente por completo, despertó en el hombre moderno una gran pasión por soñar Utopías; entre ellas, la de forjar seres libres, sensibles, generosos, con facultades para transformar la sociedad en algo más justo, más humano, quizás sea, hasta hoy, la más constante y poderosa.