Una variación no es necesariamente un cambio, es también dar variedad, connotar diferencias. Las variaciones no son cadenas de transformaciones, son aperturas, proliferaciones de sentidos y significantes –término que ronda esta escritura-. Es precisamente lo que realiza Raquel Olea en este nuevo libro. Profundizar, en su vasta mirada crítica, la trama de su ya reconocida palabra y pensamiento literario, en torno a indagaciones estéticas que han ido acompañando, en acuerdos y disensos, su oficio de lectora. A más de 20 añós de su Lengua víbora, la autora nos presenta lo que podríamos llamar una insistencia por “el placer de la lectura”; seguir cautelosamente el recorrido de textos que, tras su origen, han dejado lograr huellas en la historia política de nuestro país o que guardan íntima relación con ella. Hay variaciones y derivaciones, nuevos textos, nuevas lecturas; siempre a tras el vestigio horadado de la dictadura, el erotismo, la hegemonía patriarcal, la moldura de los cuerpos y el espectáculo. Raquel Olea critica sin velos tras su palabra. Quienes lean Variaciones no se verán sorprendidas ni por el cruce entre política y literatura; ni por cualquier desacato a la norma. Es este cruce entre rigurosidad y placer lo que guía esta experiencia. Podríamos pensar que, en su desacato, este es un libro desnudo. Destinado a pensadoras y pensadores críticos, el libro se aleja de la severidad académica, años, citas, menciones protocolares, para rescatar el lenguaje que se urde entre la palabra propia y la palabra del otro. Es la forma de escribir, por su saber, por oficio, en libertad. Queda siempre el nombre, sin lugar a dudas, su murmullo, entre comillas como gesto de dignificación. Cada vértebra que construye Variaciones. Ensayo sobre literatura y otras escrituras invitará a sus lectoras y lectores a hacer no solo un recorrido literario por textos y que Raquel Olea entrelaza a partir de su agudeza estética, sino también a pensar, dentro de sus propias escrituras, qué se esconde bajo las letras imbricadas dentro y fuera de su propio tiempo