En este libro se propone observar el territorio y el océano como un todo: desde las cuencas hidrográficas, desde los glaciares a los valles hasta los humedales en el borde costero, que llegan al mar. Entre los ecosistemas terrestres, costeros y marinos existen flujos de especies, de aguas y de nutrientes que exigen considerar la conservación como una tarea que comprenda la complejidad de sus ricas interrelaciones. En Chile, como en otros lugares, los ríos llegan al mar e influencian la calidad de las aguas, mientras los frentes de lluvia vienen principalmente desde el Pacífico; la neblina costera, en tanto, da vida a ecosistemas terrestres que han logrado crecer junto al desierto durante milenios. Las aves que se alimentan en el mar, por otro lado, fertilizan la tierra. La línea que une al mar y al territorio es un ambiente de diversidad, donde el ser humano interactúa y crea una cultura única.