En torno al proyecto editorial de la casa Ackermann, afincada en Londres pero con inequívoca vocación trasatlántica, se amalgama el destino de José María Blanco White, José Joaquín de Mora, Pablo de Mendíbil, José de Urcullu o Joaquín Lorenzo Villanueva, exiliados todos ellos de una España tiránica y despótica en la que Fer nando VII había segado de raíz las esperanzas liberales anunciadas por la Constitución