La respuesta al problema de las drogas en Colombia se ha centrado en una política de represión contra dos eslabones primarios de la cadena -consumidores y campesinos productores-, mediante el uso desproporcionado de la prisión y la promoción de la erradicación forzada de cultivos. Esta respuestas, además de no tener efecto sostenido de reducción del mercado de la cocaína, han traído nefastas repercusiones para la seguridad, el desarrollo social y los derechos humanos de las poblaciones que viven en los territorios cocaleros. Pero además, aun cuando el problema ha sido estudiado desde diversos ángulos, a menudo se ha ocultado la experiencia femenina en estos análisis. Este libro explora las implicaciones del mundo rural, del género, del conflicto armado y de la ilegalidad en las trayectorias de vida de mujeres cocaleras en la región Andinoamazónica, una zona de colonización tardía donde han confluido actores armados ilegales, dinámicas de violencia, pobreza y una precaria presencia estatal.