Reseña del libro "El Crimen del Padre Amaro"
Más conocido en el extranjero, donde pasó buena parte de su existencia en la carrera consular, que en su propia patria, José María Eca de Queiroz (1845-1900), considerando un máximo exponente de la escuela realista portuguesa, experimentó tal evolución como escritor que es imposible resumir en pocas líneas una apreciación de su obra. Ha sido discutida muchas veces su originalidad porque estaba imbuido de la literatura francesa y porque algunas de sus novelas se desenvuelven en un marco cosmopolita. Pero el cosmopolitismo del portugués no pasa de ser superficial y las influencias que sobre él ejercieron literaturas extranjeras -él mismo reconoce su deuda con Flaubert y con Zola- tan pérceptibles en su arte y en su estilo, no han tocado su personalidad íntima. Pese a las apariencias y a sus prolongadas permanencias fuera de su patria, Eca de Queiroz es portugués hasta la médula. Una de sus grandes novelas, El crimen del Padre Amaro, está embientada en el en el Portugal de sus días, en sus aspectos más provincianos. Nada tienen en común con La Faute de l?abbé Mouret. Escrita, en su primera versión, antes de leer a Zola, exhibe los medios clericales de la pequeña ciudad de Leira y pone sobre el tapete el problema del elibato eclesiático. En ella va describiendo el autor, con una insistencia penosa a ratos, la progresiva decadencia de un sacerdote sin vocación, rodeado de devotos estúpidos y de colegas obtusos. De una filosofía y de un pesimismo demasiado sistemático, acaso sea esta la novela más vigorosa que escribiera su autor.