Carl Gustav Jung nació en el mes de julio de 1875 en Kesswil, Suiza, en el seno de una familia muy religiosa. Fue un niño retraído y solitario, que se atravesó gran parte de su infancia sin poder relacionarse con hermanos o hermanas. En parte por este hecho, acostumbraba a jugar con elementos de la naturaleza y se servía de su imaginación para tejer extravagantes líneas narrativas acerca de todo lo que experimentaba.
Sin embargo, las asociaciones mentales insólitas y los simbolismos que poblaban la mente del joven Jung no limitaban su reinado a las horas que este pasaba despierto. Jung empezó muy pronto a tener sueños muy vívidos y con una fuerte carga simbólica. Y, como era de esperar de alguien que dedicó gran parte de su carrera a estudiar lo onírico, al menos uno de estos sueños lo marcó de por vida.
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