Reseña del libro "Los Rebeldes"
Ambientada en la primavera de 1918, apenas unos meses antes del desenlace de la Primera Guerra Mundial y de la consiguiente desintegración del Imperio austrohúngaro, Los rebeldes mezcla con maestría los conflictos de la pasión juvenil con el caos y la confusión del fin de una época. En una pequeña ciudad de las Tierras Altas, alejada del frente pero corrompida por los malignos efectos de la contienda, cuatro jóvenes acaban sus días de estudios escolares y se enfrentan al último verano de la adolescencia. En cuestión de semanas serán llamados a filas y enviados al frente. Unidos por su aversión a lo que promete ofrecerles la madurez, Tibor, Ábel, Erno y Béla crean un secreto universo particular y juegan a desafiar todas las reglas: beben, fuman, juegan a las cartas, se inventan extravagantes historias, cometen pequeños hurtos... Libres del control familiar, realizan su propio aprendizaje de la vida en un entorno desolado, donde los padres, tíos y hermanos mayores están ausentes. Entonces, la relación del grupo con un improvisado mentor, un siniestro actor que está de paso por la ciudad, hará que sus juegos, y sus vidas, se precipiten por caminos que no habían imaginado y escapen inexorablemente de su control hasta alcanzar un dramático desenlace. Cuando se publicó Los rebeldes, en 1930, Sándor Márai tenía treinta años, acababa de regresar a Hungría después de una década de exilio voluntario en Europa y ya era conocido como escritor de talento. La novela, que recrea con una exuberante imaginación el despertar a la vida adulta de un grupo de adolescentes, causó un formidable impacto y acabó de consagrar a su autor, que iniciaba entonces uno de sus períodos creativos más intensos y fecundos.