Reseña del libro "Mi Exilio y la Cocina"
Miles de chilenos se han quedado prisioneros en las redes más amargas del exilio. Pero otros lograron que el destierro no los derrotara. Y uno de sus recursos mas eficaces fue la buena comida. En la cocina conviertieron los recuerdos en fragrancias y sabores. Cecilia Bachelet, mantuvo vivos el gusto y arte de cocinar en su exilio mexicano. El resultado son las páginas de este libro que haran las delicias de los que se fueron y de los que se quedaron también. Cecilia Bachelet Pizarro tuvo que aprender desde muy joven a combinar las tareas de una refinada dueña de casa con el ajetreo de la política. Nacida en Ovalle, en los márgenes del río Limarí, sus padres le dieron la educación de una señorita distinguida: bachillerato en la smonjas del colegio Amalia Errazuriz de Ovalle y en el Villa Maria Academy de Santiago. Luego se casó con Hugo Miranda Ramirez, abogado y parlamentario influyente del partido radical.
Durante el gobierno de Salvador Allende, fue Vicepresidenta Ejecutiva del Comité de Navidad, una institución creada por Juanita de Aguirre Cerda y transformada por la Unidad Popular en órgano del Estado para la atención de mujeres, ancianos y niños con problemas sicologicos o en situación irregular. Producto del golpe militar, vivió la condición de de angustiosa compañera de un dirigente encarcelado largo tiempo, primero en Isla Dawson y despues en distintos campos de concentración. Y más tarde, el exilio de 14 años en México donde debió ejercer profesionalmente sus dotes de exquisita cocinera. Junto a otras exiliadas, Moy de Toha, Yola de Vigorena y Rosalía García, montaron una pequeña empresa para la organización de banquetes y recepciones.
De regreso, apenas un año despues de concluido el destierro y por una de esas volteretas tan propias de la historia, Cecilia volverá al mismo país que le dio asilo: México, pero ahora convertida en esposa del embajador chileno, el antes exiliado Hugo Miranda. Será una nueva etapa, la ocasión de reunirse con su familia dispersa y de poner otra vez en práctica el arte del buen guisar.
